El Panóptico de Bentham es la
figura arquitectónica de esta composición. Conocido es su principio: en la
periferia, una construcción en forma de anillo; en el centro, una torre, ésta,
con anchas ventanas que se abren en la cara interior del anillo. La construcción
periférica está dividida en celdas, cada una de las cuales atraviesa toda la
anchura de la construcción. Tienen dos ventanas, una que da al interior,
correspondiente a las ventanas de la torre, y la otra, que da al exterior, permite
que la luz atraviese la celda de una parte a otra. Basta entonces situar un
vigilante en la torre central y encerrar en cada celda a un loco, un enfermo,
un condenado, un obrero o un escolar. Por el efecto de la contraluz, se pueden
percibir desde la torre, recortándose perfectamente sobre la luz, las pequeñas
siluetas cautivas en las celdas de la periferia. Tantos pequeños teatros como celdas,
en los que cada actor está solo, perfectamente individualizado y constantemente
visible. El dispositivo panóptico dispone unas unidades espaciales que permiten
ver sin cesar y reconocer al punto. En suma, se invierte el principio del
calabozo; o más bien de sus tres funciones —encerrar, privar de luz y
ocultar—; no se conserva más que la primera y se suprimen las otras dos. La plena
luz y la mirada de un vigilante captan mejor que la sombra, que en último
término protegía. La visibilidad es una trampa.
(Michel Foucault. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión.
Traducción de Aurelio Garzón del Camino. Madrid, Siglo XXI, 1994. En la imagen,
perspectiva de la segunda, tercera y cuarta galerías de celdas de la Cárcel
Modelo de Madrid, dibujo de Manuel Nao (grabado de Bernardo Rico) en La Ilustración Española y Americana del 30
de diciembre de 1883)
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