I
¡Oh las enormes avenidas del país
santo, las terrazas del templo! ¿Qué se ha hecho del brahmán que me explicó los
Proverbios? ¡De entonces, de allá lejos, aún veo incluso a las viejas! Me
acuerdo de las horas de plata y sol hacia los ríos, la mano del campo en mi
hombro, y nuestras caricias de pie en las llanuras de pimienta. –Un revuelo de
palomas escarlatas truena alrededor de mis pensamientos. – Exiliado aquí, he
tenido un escenario en donde representar las obras maestras dramáticas de todas
las literaturas. Os indicaría las riquezas inauditas. Observo la historia de
los tesoros que encontrasteis. ¡Veo la continuación! Mi sabiduría es tan
desdeñada como el caos. ¿Qué es mi nada ante el estupor que os espera?
II
Soy un inventor de muy distinto
mérito que cuantos me han precedido; un músico incluso, que ha encontrado algo
así como la clave del amor. Ahora, gentilhombre de un campo áspero en el sobrio
cielo, trato de emocionarme con el recuerdo de una infancia mendiga, del
aprendizaje o de la llegada en zuecos, de las polémicas, de las cinco o seis
viudeces, y de algunas bodas en las que mi testarudez me impidió alcanzar el
tono de mis camaradas. No añoro mi vieja parte de alegría divina: el aire
sobrio de este áspero campo alimenta muy activamente mi atroz escepticismo. Pero
como ese escepticismo no puede en adelante ponerse en práctica, y como además
me he entregado a un nuevo trastorno, -- espero llegar a ser un loco muy
malvado.
III
En un granero en donde fui
encerrado a los doce años conocí el mundo, ilustré la comedia humana. En una
bodega aprendí la historia. En alguna fiesta nocturna en una ciudad del Norte
encontré a todas las mujeres de los pintores antiguos. En un viejo pasaje de
París me enseñaron las ciencias clásicas. En una magnífica morada cercada por
el Oriente entero realicé mi inmensa obra y pasé mi ilustre retiro. He agitado
mi sangre. Mi deber me ha sido condonado. Ni siquiera hay que seguir pensando
en eso. Soy realmente de ultratumba, y nada de encargos.
(Arthur Rimbaud. Obra completa bilingüe. Edición a cargo
de Mauro Armiño. Gerona, Atalanta, 2016)
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