Hay sequía en la luz y la ceniza
llora
como mi madre. Sin lágrimas.
Ha de llover.
Ha de llover hasta que se
levanten los maíces sagrados
y sea posible la celebración de
la muerte.
Ha de llover.
¿Por qué no? ¿Por qué no ha de
llover
en la tiniebla intestinal y en
las hirvientes médulas?
Ha de llover
en los adolescentes frenéticos y
en los adoradores nocturnos
y en los ancianos extraviados en
la música.
Ha de llover
en el pensamiento y en la
felicidad ensangrentada.
(Antonio Gamoneda, Ha de llover)
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