Ven, mi amor, en la tarde de
Aniene
y siéntate conmigo a ver el
viento.
Aunque no estés, mi sólo
pensamiento
es ver contigo el viento que
va y viene.
Tú no te vas, porque mi amor
te tiene.
Yo no me iré, pues junto a
ti me siento
más vida de mi sangre, más
tu aliento,
más luz del corazón que me
sostiene.
Tú no te irás, mi amor,
aunque lo quieras.
Tú no te irás, mi amor, y si
te fueras,
aún yéndote, mi amor, jamás
te irías.
Es tuya mi canción, en ella
estoy.
Y en ese viento que va y
viene voy,
y en ese viento siempre me
verías.
(Rafael Alberti. 101
sonetos. Barcelona, Seix Barral,
Colección Biblioteca Breve de
Bolsillo, Serie Mayor, 42, 1980)
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