Cuando era niña, para mí el lujo eran los abrigos de
pieles, los vestidos de noche y las mansiones a orillas del mar. Más adelante,
creí que consistía en llevar una vida de intelectual. Ahora me parece que
consiste también en poder vivir una pasión por un hombre o una mujer.
(Annie Ernaux. Pura
pasión.
Traducción de Thomas Kauf.
Barcelona, Tusquets Editores, 1993)
El cielo, si existe,
debe ser un instante de sexo congelado.
Hablo del sexo con amor,
del apasionado encuentro con el otro.
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