jueves, 28 de mayo de 2015

Tres poemas de Eeva Kilpi


I
 
Bueno, si de verdad
quieres una confesión,
ahí va:
he tenido treinta y seis amantes.
Bien, sí. Tienes razón,...
son demasiados.
Hubiese bastado con treinta y cinco.
Pero, cariño, el treinta y seis
eres tú. 
 
II
 
Dime si molesto,
dijo él al entrar,
porque me marcho inmediatamente.
No sólo molestas,
contesté,
pones patas arriba toda mi existencia.
Bienvenido.
 
III
 
Cuando una ya no tiene fuerzas para escribir, tiene que recordar.
Cuando una ya no tiene fuerzas para fotografiar,
tiene que ver con los ojos del alma.
Cuando una ya no tiene fuerzas para leer,
tiene que estar lleno de narraciones.
Cuando una ya no tiene fuerzas para hablar,
tiene que resonar.
Cuando una ya no tiene fuerzas para andar, tiene que volar.
Y cuando llegue la hora,
una tiene que desprenderse de los recuerdos,
de los ojos del alma, dejar de soñar,
callarse y plegar las alas.
Pero pase lo que pase, sigue la narración, sigue

(Eeva Kilpi, en Poesía Nórdica, selección y traducción de Francisco J. Uriz (et al.). Madrid, Ediciones de la Torre Biblioteca Nórdica, 1995)

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