Creo
en que mi madre y mi padre vienen a visitarme. Creo que también vienen todos
los músicos que he conocido y que ya están muertos. Cuando trabajas con grandes
músicos, pasan a ser para siempre una parte de ti: personas como Max Roach,
Sonny Rollins, John Coltrane, Bird, Diz, Jack Dejohnette, Philly Joe. Echo
mucho de menos a los muertos, especialmente a medida que envejezco: Monk,
Mingus, Freddie Webster y la Gorda. Pensar en los que han desaparecido me pone
de mal humor, por lo que procuro no hacerlo. Pero sus espíritus caminan a mi
alrededor, de modo que ellos están todavía aquí y de alguna manera se
manifiestan. Es una cuestión espiritual, y parte de lo que yo soy actualmente
son ellos. Todo ha quedado en mí, todo lo que de ellos aprendí a hacer. La
música viene del espíritu y de lo espiritual, así como de los sentimientos. Creo,
pues, que su música continúa aquí, en algún lugar.
(…)
Yo
solía soñar que me parecía ver ciertas cosas, ver una materia diferente, una
especie de humo o nubes, con las que mi mente formaba imágenes. Ahora lo hago
cuando despierto por las mañanas y quiero ver a mi madre o a mi padre o a Trane
o a Gil o a Philly, o a quienquiera que sea. Simplemente me digo: «Quiero
verles», y allí están, y les hablo. A veces miro el espejo y veo en él a mi
padre. Esto ha venido ocurriendo desde que murió y escribió aquella carta. Creo
definitivamente en el espíritu, pero no pienso en la muerte: tengo demasiadas
cosas que hacer para preocuparme por ella.
(Miles Davis y Troupe Quincy. Miles. La autobiografía.
Traducción de Jordi Gubern Ribalta. Barcelona,
Ediciones B, 1991)
All Blues.
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