Todo
tacto debería estremecer.
(Ralph
Waldo Emerson)
I
Y
vinieron tus manos a buscarme.
Como
si pudieran
conjugar
los eclipses
y
declinar el tiempo.
Yo
estaba allí, en mi forma
sumisa
y transparente.
Esa
manera propia entre abandono
y
fisura y final de los mundos posibles.
Y
vinieron tus manos…
Demorándose
en tiernas inspecciones,
destejieron
y
tejieron de nuevo los ovillos,
abrieron
las cancelas,
poblaron
escondrijos.
II
Cuanto
tú
te
me impones
y
tus manos contienen el mundo,
un
dique tus manos,
un
segundo más,
porque
estás
y
es verdad que me arrullas,
me
encierras,
me
cabe otro instante
si
tú me lo das.
III
Te
tocaban mis ojos.
Te
observaban mis dedos.
Aprendía
tu humedad y la temperatura,
coordenadas,
constantes.
Y
cuanto supe antes era falso,
como
falso sería cuanto te di de mí.
A
esa altura del juego
no
te buscaba el alma.
Lo
que la sangre inflama cuenta entonces.
Solo
órgano y sustento la voz llama.
Mis
ojos navegaban tu interior
y
decidían amarte,
sospechaban
el resto.
(Ana
Ares. 55 minutos.
Madrid, Vitrubio, 2013)
Madrid, Vitrubio, 2013)
Tómame
de la mano. No le temo
a
ninguna tiniebla en la que habitas.
(Ana
Ares)
Gran poema.
ResponderEliminarUn abrazo.