(Carta
escrita por Virginia Woolf a su marido Leonard, momentos antes de sumergirse en
el río Ouse)
28 de marzo de 1941
Querido:
Estoy
segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de
aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión. He empezado a
oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me
parece mejor. Tu me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todo
momento todo lo que uno puede ser. No creo que dos personas hayan sido más
felices hasta el momento en que sobrevino esta terrible enfermedad. No puedo
luchar por más tiempo. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías
trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto
correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la
felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente
bueno. Quiero decirte... todo el mundo lo sabe. Si alguien podía salvarme,
hubieras sido tu. No queda nada en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No
puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No
creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.
(Quentin Bell. Virginia Woolf. Traducción y prólogo de Marta Pessarrodona. Barcelona, Lumen, 2003.
Imagen: dormitorio de Virginia Woolf en Monk's House)
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