Esta es la tristeza inherente a toda vida finita, incluso si hay en Dios
una condición al menos relativamente independiente, es también una fuente de
tristeza, que, empero, nunca se hace efectiva, sino que sólo está al servicio
de la eterna alegría de la superación. De ahí el velo de tristeza que se
extiende sobre toda la naturaleza, la profunda e inquebrantable melancolía de
toda vida.
(Friedrich W. J. Schelling. Investigaciones
filosóficas sobre la esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados. Edición y traducción de Helena
Cortés y Arturo Leyte. Introducción de Arturo Leyte y Volker Rühler. Barcelona,
Anthropos, 1989, pág. 179. Imagen: Luna saliendo
a la orilla del mar (1822) de Caspar David-Friedrich)
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