domingo, 8 de junio de 2014

Incurable


Verá usted, yo estaba enfermo de literatura, lo mío era grave y alarmante, leía el mundo como si fuera la prolongación de un interminable texto literario, estaba impregnado de literatura, hablaba en libro. No desdeñaba como carne literaria prácticamente nada, es decir, estaba condenado a fijarme en todo: en las lágrimas de la viuda, pero también en sus piernas enloquecedoras, en la mosca que se posaba en la nariz de la carnicera, en la mágica luz que invade las ciudades en el instante final del atardecer. Era un fastidio porque no es que me interesara la literatura, no es que sintiera cierta atracción por ella, no, es que yo era literatura.

(Enrique Vila-Matas. “Monólogo del Café Sport”, en Francisco Gutiérrez Carbajo (ed.). Monólogo en el Café Sport y otros relatos. Madrid, UNED, 2002. Imagen: fotografía de Lisbeth Salas)

SOY UN ENFERMO DE LITERATURA Y ESTOY COMPLETAMENTE SEGURO DE QUE, POR LO MENOS, EN ESTA VIDA... NO TENGO CURA ALGUNA

(Enrique Vila-Matas. Dietario voluble.
Barcelona, Anagrama, 2008)