lunes, 12 de mayo de 2014

Silencio


I

Los sentimientos siempre epidérmicos en los así llamados pacientes. Todo es como debe ser: plano. Un punto y otro punto componen una línea, y oír nuestro nombre nos convierte en perros. Los volúmenes, las dimensiones son un recuerdo de cuando eras un teatro que realizaban los otros. Un punto y otro punto. Importan los actos, decían, no el aullido, las palabras. Un punto y otro punto: aullamos en silencio. Nunca el habla, nunca el canto.

II

Dicen que la curación adviene por actos, siempre y cuando no sean expresiones artísticas. Un poema puede fallar, morir como un cachorro de tigresa; las palabras no. Llegan y se hace el silencio. Un abismo que asciende y desciende --hasta dónde, hasta cuándo—, que asciende y desciende. Eso pasa, eso somos.

III

Dicen que ahí fuera son cegadoras las ventanas de los edificios, que resplandecen las formas geométricas. Aquí no hay ventanas ni puertas, y, aunque siempre es de noche, imaginamos ampliar la luz y el silencio de las urbanizaciones azules y las estaciones de servicio, y cultivamos lágrimas y rododendros en las vísceras invisibles de los aparecidos.

IV

Siete agujeros en un cielo de neuronas.
Siete agujeros negros en un cerebro estrellado.

V


Sin padres postizos ni paracetamol metafísico, necesitamos llegar al centro luminoso de nuestro inconsciente, llegar a ser uno mismo, ser lo que verdaderamente se es. No la familia ni la cultura, no la historia o la tradición. No un filólogo ni un filósofo ni un teólogo ni un psicólogo. Si de veras, un poeta es un poeta es un poeta es un poeta. 

(...)