ESTOY encerrada en una cajita de cedro
que tiene un
cuadro de pastores pegado
al panel
central entre tallas.
La caja
descansa sobre unas patas curvas.
Tiene una
cerradura de oro en forma de corazón
y carece de
llave. Intentos escribir mi
salida de la
caja cerrada,
de fragante
cedro. Satán
se acerca
hasta la hermética caja
y me dice: Te sacaré. Di
Mi padre es una mierda.
Digo que mi
padre es una mierda y Satán
se ríe y dice:
Se está abriendo.
Di que tu madre es una alcahueta.
Mi madre es
una alcahueta. Algo
se abre y
rompe cuando lo digo.
Mi columna
vertebral se despliega en la caja de cedro
como el dorso
rosado del broche de bailarina
que, con un
ojo de rubí, yace a mi lado,
sobre el raso,
en la caja de cedro.
Di mierda, di muerte, di que el padre se joda,
me dice Satán
al oído.
El dolor de un
pasado encerrado zumba
en la caja
infantil sobre su cómoda, bajo
el terrible
ojo redondo del estanque
punteado de
rosas al aguafuerte, donde
el desprecio
de sí misma se encaraba con la tristeza.
Mierda,
Muerte. Que se joda el padre.
Algo se abre.
Satán dice:
¿No te sientes mucho mejor?
La luz parece
romperse en el delicado
broche de
edelweiss, tallado en dos
tonos de
madera. También le quiero,
sabes, le digo
a Satán en la oscuridad
de la caja
cerrada. Los quiero a ambos pero
intento
explicar que nos sucedió
en el pasado
perdido. Claro, dice,
y sonríe,
claro. Ahora di: tortura.
Veo, a través
de la negrura impregnada de cedro,
el borde de
una gran bisagra abierta.
Di: la polla del padre, el coño
de la madre, dice Satán, y
te sacaré.
El ángulo de
la bisagra se abre
hasta que se
ve el contorno del
tiempo antes
de existir yo, cuando ellos yacían
abrazados en
la cama. Cuando digo
las palabras
mágicas, Polla, Coño,
Satán dice
suavemente, Sal de ahí.
Pero el aire
en torno a la abertura
es pesado y
espeso como un humo ardiente.
Pasa, dice, y siento su voz
respirando
desde la abertura.
La salida pasa
por la boca de Satán.
Entra en mi boca, dice, ya
estás,
y la enorme
bisagra
empieza a cerrarse.
No, también
los quería,
tenso
los músculos
del cuerpo
dentro de la
casa de cedro.
Satán sale por
succión del ojo de la cerradura.
Me deja en la
caja, sella
con el lacre
de su lengua la cerradura en forma de corazón.
Ahí tienes tu ataúd, dice Satán.
Apenas oigo;
caliento mis
frías
manos contra
el ojo de rubí
de la
bailarina-
el fuego, la
súbita revelación de lo que es el amor.
(Sharon Olds. Satán dice. Traducción y prólogo de Rosa
Lentini
y Ricardo Cano Gaviria. Tarragona, Igitur, 2001).
tremendo!!
ResponderEliminarSíííí!!!
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