lunes, 3 de septiembre de 2012

Satán dice


ESTOY encerrada en una cajita de cedro
que tiene un cuadro de pastores pegado
al panel central entre tallas.
La caja descansa sobre unas patas curvas.
Tiene una cerradura de oro en forma de corazón
y carece de llave. Intentos escribir mi
salida de la caja cerrada,
de fragante cedro. Satán
se acerca hasta la hermética caja
y me dice: Te sacaré. Di
Mi padre es una mierda.
Digo que mi padre es una mierda y Satán
se ríe y dice: Se está abriendo.
Di que tu madre es una alcahueta.
Mi madre es una alcahueta. Algo
se abre y rompe cuando lo digo.
Mi columna vertebral se despliega en la caja de cedro
como el dorso rosado del broche de bailarina
que, con un ojo de rubí, yace a mi lado,
sobre el raso, en la caja de cedro.
Di mierda, di muerte, di que el padre se joda,
me dice Satán al oído.
El dolor de un pasado encerrado zumba
en la caja infantil sobre su cómoda, bajo
el terrible ojo redondo del estanque
punteado de rosas al aguafuerte, donde
el desprecio de sí misma se encaraba con la tristeza.
Mierda, Muerte. Que se joda el padre.
Algo se abre. Satán dice:
¿No te sientes mucho mejor?
La luz parece romperse en el delicado
broche de edelweiss, tallado en dos
tonos de madera. También le quiero,
sabes, le digo a Satán en la oscuridad
de la caja cerrada. Los quiero a ambos pero
intento explicar que nos sucedió
en el pasado perdido. Claro, dice,
y sonríe, claro. Ahora di: tortura.
Veo, a través de la negrura impregnada de cedro,
el borde de una gran bisagra abierta.
Di: la polla del padre, el coño
de la madre, dice Satán, y te sacaré.
El ángulo de la bisagra se abre
hasta que se ve el contorno del
tiempo antes de existir yo, cuando ellos yacían
abrazados en la cama. Cuando digo
las palabras mágicas, Polla, Coño,
Satán dice suavemente, Sal de ahí.
Pero el aire en torno a la abertura
es pesado y espeso como un humo ardiente.
Pasa, dice, y siento su voz
respirando desde la abertura.
La salida pasa por la boca de Satán.
Entra en mi boca, dice, ya estás,
y la enorme bisagra
empieza a cerrarse. No, también
los quería, tenso
los músculos del cuerpo
dentro de la casa de cedro.
Satán sale por succión del ojo de la cerradura.
Me deja en la caja, sella
con el lacre de su lengua la cerradura en forma de corazón.
Ahí tienes tu ataúd, dice Satán.
Apenas oigo;
caliento mis frías
manos contra el ojo de rubí
de la bailarina-
el fuego, la súbita revelación de lo que es el amor.
(Sharon Olds. Satán dice. Traducción y prólogo de Rosa Lentini
y Ricardo Cano Gaviria. Tarragona, Igitur, 2001).

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