Ten siempre miedo.
Ten miedo de quien se esconde en la oscuridad
y de la mano asesina que emerge de la muchedumbre
y mata a los vendedores ambulantes y a los grandes de este mundo.
Ten miedo de los sueños, nidos negros
de pájaros aciagos,
y del carril bici, de las preguntas de los turistas
de las guías telefónicas, de las cartas anónimas,
y del barrullo de las orquestas sinfónicas.
No dejes de tener miedo de las escolopendras,
de la sirena de los navíos anclados,
del lamento interminable de los amantes abandonados
y de los vasos de plástico abandonados en la playa.
Ten miedo del amor, ese hondo abismo
abierto como una flor
o cráter tras un cataclismo.
El mundo es un secreto:
ten miedo de las armas de juguete,
de las sambas sin enredo de las lechuzas
ocultas entre los árboles.
El mundo es un misterio:
ten miedo de las ferias, de las intemperies, de las bacterias.
Y de los muertos guardados en las bandejas del depósito.
Ten miedo del ruido de los aviones en el cielo claro,
de las chispas eléctricas, de las inscripciones de los obeliscos,
de las granizadas, de la metafísica
y de la tos de los tísicos.
Ten miedo de los que hablan bajo,
de los que tienen voz de contralto
y hasta de los mudos.
Ten miedo de todo, hasta
de la vastedad del cielo azul
y del viento del sur.
Ten miedo de los días sucesivos,
de las abejas que zumban en los jardines furtivos
y del ruido del mar.
No dejes de tener miedo de los truenos
del ruido de las centrales nucleares,
de la risa de los enanos, de las tormentas de verano
y de la luz de luna en el sertón.
No tengas miedo tan solo de las apariciones
de los fantasmas en lo alto de las escaleras,
del paso de los ladrones en la madrugada
y del silencio de las constelaciones.
En cuanto a mí, yo siempre tuve miedo
de penetrar en la oscuridad del bosque
donde la noche del mundo guarda un sueño.
Y miedo de perderte hoy es verdad
en este día vacío que me llena
con la ceniza de su inanidad.
(Lêdo Ivo. Calima.
Traducción de Martín López-Vega.
Barcelona, Vaso Roto, 2011).
Lo que pasa es que bajo el imperio del miedo, el libre pensamiento y la creatividad son imposibles.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Me permito este
ResponderEliminarSegundo epodo contra miedosos
¡Qué negro el pavor de la noche,
tan oscura!
Del paisaje conocido al abismo ignorado
solo un paso,
pocos metros y un salto mínimo,
inmenso.
Arriba, en el acantilado, restallan los dientes
y la luz
que tiembla en la línea difuminada del horizonte
lejano.
En la solidez del espejo negro se marchita un dolor
de cenizas,
las flores del mal, las malas hierbas y el canto de siempre:
la Sibila,
Ya lo ves, caminante atemorizado, que el miedo impide el paso
y la cordura
y del camino llano se convierte en abismo abierto a los pies
de este epodo.
Salud
Francesc Cornadó Estradé