Hace mucho tiempo que te fuiste, Susana. La luz era igual entonces que ahora, no tan bermeja; pero era la misma pobre luz sin lumbre, envuelta en el paño blanco de la neblina que hay ahora. Era el mismo momento. Yo aquí, junto a la puerta mirando el amanecer y mirando cuando te ibas, siguiendo el camino del cielo; por donde el cielo comenzaba a abrirse en luces, alejándote, cada vez más desteñida entre las sombras de la tierra.
Era la última vez que te vi. Pasaste rozando con tu cuerpo las ramas del paraíso que está en la vereda y te llevaste con tu aire sus últimas hojas. Luego desapareciste. Te dije: ¡Regresa Susana!
(Juan Rulfo. Pedro Páramo.
México, Fondo de Cultura Económica, 1955.
Imagen: fotografía realizada por Juan Rulfo).
Pasan los solsticios y las sombras se hacen cada vez más alargadas, pero la luz es siempre la misma. Somos nosotros quienes nos situamos en el escorzo o de bies.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Cada vez que pienso en la trágica y a la vez dulce, consistencia del tiempo, se me vienen a la memoria imágenes de esta novela.Hermoso texto para irse desliendo poco a poco..
ResponderEliminarQue placer estos dos comentarios...me gusta lo que dicen y como estan escritos...
ResponderEliminarQue placer estos dos comentarios...me gusta lo que dicen y como estan escritos...
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