viernes, 16 de julio de 2010

El mundo alucinante de Reinaldo Arenas


(Hoy cumpliría años Reinaldo Arenas: http://www.youtube.com/watch?v=OsIEuRTWrVo; http://www.youtube.com/watch?v=orfsEOXh8gg.) Hoy, como siempre, con la extravagancia, según ellos. Con la voz de la diferencia, según otros. Con los pocos a quienes muchos tratan de traidores, les acusan, les acosan. Y les borran el nombre. Les persiguen, les torturan, les violan. Les tiran los versos a su hoguera de la justicia. Les encierran,  les desaparecen, les ahogan. Les niegan el pan y el aire, el amor y el vino. Les destierran, les fusilan o les matan en vida, después de haber pretendido, infructuosamente, que también ellos participen de una celosa farsa y vivan sumisos en la mentira. Primero fue la cárcel, la persecución, el destierro. Después el suicidio, la enfermedad, la locura.)

I

El verano. Los pájaros derretidos en pleno vuelo, caen, como plomo hirviente, sobre las cabezas de los arriesgados transeúntes, matándolos al momento.

El verano. La isla, como un pez de metal alargado, centellea y lanza destellos y vapores ígneos que fulminan.
El verano. El mar ha comenzado a evaporarse, y una nube azulosa y candente cubre toda la ciudad.

El verano. La gente, dando voces estentóreas, corre hasta la laguna central, zambulléndose entre sus aguas caldeadas y empastándose con fango toda la piel, para que no se le desprenda el cuerpo.


El verano. Las mujeres, en el centro de la calle, empiezan a desnudarse, y echan a correr sobre los adoquines que sueltan chispas y espejean.

El verano. Yo, dentro del morro, brinco de un lado a otro. Me asomo entre la reja y miro al puerto hirviendo. Y me pongo a gritar que me lancen de cabeza al mar.

El verano. La fiebre del calor ha puesto de mala sangre a los carceleros que, molestos por mis gritos, entran a mi celda y me muelen a golpes. Pido a Dios que me conceda una prueba de su existencia mandándome la muerte. Pero dudo que me oiga. De estar Dios aquí se hubiera vuelto loco.


El verano. Las paredes de mi celda van cambiando de color, y de rosado pasan a rojo, y de rojo al rojo vino, y de rojo vino a negro brillante… el suelo empieza también a brillar como un espejo, y del techo se desprenden las primeras chispas. Solo dándole brincos me puedo sostener, pero en cuanto vuelvo a apoyar los pies siento que se me achicharran. Doy brincos. Doy brincos. Doy brincos.

El verano. Al fin el calor derrite los barrotes de mi celda, y salgo de este horno al rojo, dejando parte de mi cuerpo chamuscado entre los bordes de la ventana, donde el aceite derretido aun reverbera.

II

Pero las revoluciones no se hacen en las cárceles, si bien es cierto que generalmente allí es donde se engendran. Se necesita tanta acumulación de odio, tantos golpes de cimitarra y redobles de bofetadas, para al fin iniciar este interminable y ascendente proceso de derrumbe.

III

Las manos son lo mejor que indica el avance del tiempo.
Las manos, que antes de los veinte años empiezan a envejecer.
Las manos, que no se cansan de investigar ni darse por vencidas.
Las manos, que se alzan triunfantes y luego descienden derrotadas.
Las manos, que tocan las transparencias de la tierra.
Que se posan tímidas y breves.
Que no saben y presienten que no saben.
Que indican el límite del sueño.
Que planean la dimensión del futuro.
Estas manos, que conozco y sin embargo me confunden.
Estas manos, que me dijeron una vez: -tienta y escapa-.
Estas manos, que ya vuelven presurosas a la infancia.
Estas manos, que no se cansan de abofetear a las tinieblas.
Estas manos, que solamente han palpado cosas reales.
Estas manos, que ya casi no puedo dominar.
Estas manos, que la vejez ha vuelto de colores.
Estas manos, que marcan los límites del tiempo.
Que se levantan y de nuevo buscan el sitio.
Que señalan y quedan temblorosas.
Que saben que hay música aun entre sus dedos.
Estas manos, que ayudan ahora a sujetarse.
Estas manos, que se alargan y tocan el encuentro.
Estas manos, que me piden, cansadas, que ya muera.

(Reinaldo Arenas Fuentes. Tres fragmentos --la disposición de los textos es nuestra-- de El mundo alucinante. Madrid, Editorial Montesinos, 1981)

3 comentarios:

  1. Hola Fernando.
    Ha sido alucinante.
    Por algún motivo desconocido visité mi blog y fuí al post de Reinaldo Arenas.
    Instintivamente pinché tu blog y me encuentro un mundo alucinante.
    ¡ No he tomado setas !

    Un abrazo.

    Javi

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  2. Hola.
    Ni que lo digas, no recordaba esa entrada de tu blog (han pasado dos años): http://kraktor.wordpress.com/2008/07/11/el-mundo-alucinante-fragmento/.

    Más Reinaldo, más arenas:

    "Queridos amigos: debido al estado precario de mi salud y a la terrible depresión sentimental que siento al no poder seguir escribiendo y luchando por la libertad de Cuba, pongo fin a mi vida. En los últimos años, aunque me sentía muy enfermo, he podido terminar mi obra literaria, en la cual he trabajado durante casi treinta años. Les dejo pues como legado todos mis terrores, pero también la esperanza de que pronto Cuba será libre. Me siento satisfecho por haber podido contribuir aunque modestamente al triunfo de esta libertad. Pongo fin a mi vida voluntariamente porque no puedo seguir trabajando. Ninguna de las personas que me rodean están comprometidas en esta decisión. Sólo hay un responsable: Fidel Castro. Los sufrimientos del exilio, las penas del destierro, la soledad y las enfermedades que haya podido contraer en el destierro no las hubiera sufrido de haber vivido libre en mi país.

    Al pueblo cubano tanto en el exilio como en la Isla los exhorto a que sigan luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota5, sino de lucha y esperanza.

    Cuba será libre. Yo ya lo soy.”

    (Mensaje de despedida de Reinaldo Arenas. Nueva York, 7 de diciembre de 1990).

    Disculpa la cita tan poco veraniega, pero las circunstancias geográficas invitan a ello: estoy casi llegando a Nueva York.

    Espero verte pronto.

    Un abrazote

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  3. Te escribo aquí porque no tengo tu dirección de mail.
    He subido a la red el libro "TRES" que hemos preparado Eugenio Escamilla con sus haikus, Adrián Moya con acuarelas, yo con mis fotografías y para la introducción Luis Muro -todo un lujo-. Te dejo la dirección para que le puedas echar un vistazo.
    http://www.edita.arturolujan.com
    Un abrazo grande de tu amigo arturo luján.

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