viernes, 30 de mayo de 2008

Juan Ramón Jiménez


Ayer se cumplieron cincuenta años de la muerte en su exilio puertorriqueño de Juan Ramón Jiménez, quien para mí será siempre el Poeta.


Vino primero pura, / vestida de inocencia; / y la amé como un niño. // Luego se fue vistiendo / de no sé qué ropajes; / y la fui odiando sin saberlo. // Llegó a ser una reina /fastuosa de tesoros... / ¡Qué iracundia de yel y sin sentido! // Más se fue desnudando /y yo le sonreía. // Se quedó con la túnica / de su inocencia antigua. / Creí de nuevo en ella. // Y se quitó la túnica / y apareció desnuda toda. / ¡Oh pasión de mi vida, poesía /desnuda, mía para siempre!
¿Cómo era, Dios mío, cómo era? / -¡Oh corazón falaz, mente indecisa!- / ¿Era como el pasaje de la brisa? / ¿Como la huida de la primavera? // Tan leve, tan voluble, tan ligera / cual estival vilano... ¡Sí! Imprecisa / como sonrisa que se pierde en risa... / ¡Vana en el aire, igual que una bandera! // ¡Bandera, sonreír, vilano, alada / primavera de junio, brisa pura...! / ¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste! // Todo tu cambiar trocóse en nada /-¡memoria, ciega abeja de amargura!- / ¡No sé cómo eras, yo que sé qué fuiste!
¡Intelijencia, dame / el nombre exacto de las cosas! / ... Que mi palabra sea / la cosa misma, / creada por mi alma nuevamente. / Que por mí vayan todos / los que no las conocen, a las cosas; / que por mí vayan todos / los que ya las olvidan, a las cosas; /que por mí vayan todos / los mismos que las aman, a las cosas... / ¡Intelijencia, dame /el nombre exacto, y tuyo, / y suyo, y mío, de las cosas!
Mientras que yo te beso, su rumor / nos da el árbol que mece al sol de oro / que el sol le da al huir, fugaz tesoro / del árbol que es el árbol de mi amor. // No es fulgor, no es ardor, y no es altor / lo que me da de ti lo que te adoro, / con la luz que se va; es el oro, el oro, / es el oro hecho sombra: tu color. // El color de tu alma; pues tus ojos / se van haciendo ella, y a medida / que el sol cambia sus oros por sus rojos / y tú te quedas pálida y fundida, / sale el oro hecho tú de tus dos ojos / que son mi paz, mi fe, mi sol: ¡mi vida!
(Juan Ramón Jiménez. Antología poética.
Edición de Carmen Jiménez y Eduardo Márquez.
Barcelona, Editorial Planeta, 1982)

2 comentarios:

  1. ACABAS DE SALIR DE TU ALCOBA... YO HE ENTRADO...

    Acabas de salir de tu alcoba... Yo he entrado.
    está desarreglada, deshojada, marchita...
    sobre una silla de oro, el corsé perfumado
    que llevabas la tarde de la última cita...

    En el sofá -¡oh recuerdos!- la magia de tu enagua,
    tu huella en el desorden fragante de tu lecho,
    ¡ah, y en la palangana de plata, sobre el agua,
    una rosa amarilla que perfumó tu pecho!

    ¡Y un olor de imposible, de placer no extinguido
    y saciado, ese más que tiene la belleza,
    laberinto sin clave, sin fin y sin sentido,
    que nace con locura y muere con tristeza!

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  2. RETORNOS DEL AMOR EN LOS BALCONES

    Ha llegado ese tiempo en que los años,
    las horas, los minutos, los segundos vividos
    se perfilan de ti, se llenan de nosotros,
    y se hace urgente, se hace necesario,
    para no verlos irse con la muerte,
    fijar en ellos nuestras más dichosas,
    sucesivas imágenes.

    ¿Dónde estás hoy, en dónde te contemplo,
    en qué roca, en qué mar, bajo qué bosque,
    o en qué penumbra de estivales sábanas
    o en qué calientes, nórdicas alcobas?

    Ha pasado la siesta dulce de los azules
    que la ancha isla nos tendió en el sueño.
    Venus casi dormida aún, te asomas
    al íntimo refugio de los barcos
    y toda tú ya cantas como un puerto
    amoroso de velas y de mástiles.

    Tus cabellos tendidos vuelan de los balcones
    a enredarse en la trama delgada de las redes,
    a poner banderines en los palos más altos
    y un concierto de amor en los marinos aires.

    Luego, cuando al poniente retornan silenciosos,
    blancos de sales y alas de gaviotas,
    pongo en tu corazón desnudo mis oídos
    y escucho el mar y aspiro el mar que fluye
    de ti y me embarco hacia la abierta noche.

    (Rafael Alberti. "Retornos de lo vivo lejano". Buenos Aires, Losada, 1952).

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