(Hannah Arendt. Verdad
y mentira en política. Traducción de Roberto Ramos Fontecoba. Barcelona, Editorial
Página Indómita, 2017)
FIAT VERITAS NE PEREAT MUNDUS
(Hannah Arendt. Verdad
y mentira en política. Traducción de Roberto Ramos Fontecoba. Barcelona, Editorial
Página Indómita, 2017)
FIAT VERITAS NE PEREAT MUNDUS
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día.
(Antonio Colinas. Sepulcro en Tarquinia.
Barcelona, Lumen, 1976)
Amé todas las pérdidas.
Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.
(Antonio Gamoneda. Libro del frío.
Madrid,
Siruela, 1992)
Había una luna grande en medio del mundo. Se me perdían los
ojos mirándote.
Los rayos de la luna filtrándose sobre tu cara. No me
cansaba de ver esa aparición que eras tú.
Suave, restregada de luna; tu boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas; tu cuerpo transparentándose en el agua de la noche.
(Juan Rulfo. Pedro Páramo. México, FCE, 1955)
Cien veces estuvieron a un paso
de persuadirme en su miseria.
Quédate –susurraban--, si delinques
te aplastará la soledad;
cuando tu juventud sea consumida
sólo tendrás las esquinas del mundo
y la noche con ratas y pobreza;
mas si te quedas serás agasajado
y nadie sufrirá por tu causa.
Quédate aquí. La ley cobija.
(Hablan bien estos miserables.)
Por entre la infección de sus salivas
cien veces mi vida y mi fiebre
y mi corazón emergieron
comiendo pan de rabia y orgullo
y pronunciando un no espantoso.
Tal vez soy inmortal.
(Félix Grande. Las
rubáiyátas de Horacio Martín. Barcelona, Lumen, 1978)
-Padre, he pecado.
-¿Cuándo?
-Siempre.
-¿Cómo?
-Por los cuatro costados.
-¿Con quién?
-Solo y con todos.
-¿Dónde?
-Por doquier.
-¿Te arrepientes, hijo?
-No.
(Fernando Vallejo. El fuego sagrado.
Madrid, Alfaguara, 2002)
Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de
cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago
y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco
con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
(José Saramago. O ano da morte de Ricardo Reis: romance. Lisboa, Ed. Caminho, 1984)