Barcelona estaba espléndida en diciembre del 63. Después de
París casi parecía una ciudad tropical. Cerré un trato para trabajar un mes en
un club que estaba en un sótano, y que llevaba sólo un año ofreciendo música de
jazz. En la planta de abajo bailaba Antonio Gades con acompañamiento de
guitarra, castañuelas y palmas. El club incluía en el trato un pequeño
apartamento. Conseguí contactar al poco tiempo con varios médicos que me
recetaban Palfium. Durante el tiempo que duró mi contrato conocí a una familia
muy bien relacionada, de gran peso en la ciudad; a través de ellos conocí a un
médico que tenía una clínica propia y ultramoderna, con su quirófano y todo.
Era un cirujano cuya destreza y facilidades bastaban para que fuesen a verle
pacientes del mundo entero. Pronto logré que me facilitara recetas, y todo
empezó de nuevo.
(Chet Baker. “Epílogo” a Como
si tuviera alas. Las memorias perdidas. Traducción de Miguel
Martínez-Lange. Barcelona, Mondadori, 1999)
[El club soterrado al que se refiere Chet Baker era el
Jamboree Jazz, local mítico de Barcelona –un sótano sito en la Plaza Real--
inaugurado en el año 59, en donde además de Chet Baker, actuaron Ella
Fitzgerald, Lionel Hampton, Art Farmer, Lee Konitz, Lou Bennett, Dexter Gordon,
Elvis Jones o The Ornette Coleman Trio (con Billy Brooks a la batería; el
genial free jazzy al saxo, alto y tenor, y, al piano, el maestro Tete
Montoliu).
Vid. Enrique Vila-Matas: “Querido
Chet”, en Desde la ciudad nerviosa.
Madrid, Alfaguara, 2000, y “Chet Baker piensa en su arte”, en el libro de
título homónimo; James Gavin. Deep in a
Dream. La larga noche de Chet Baker. Traducción de Juan Manuel Ibeas.
Barcelona, Mondadori, 2004, y Let´s gets
lost (1988), el filme documental de Bruce Weber. Está también el biopic Born to Be Blue de Robert Budreau y 2015, con Ethan Hawke como Chet Baker]
Se llamaba Charlaine y
era la bomba.
CHET BAKER