Ningún
afán de justificación, ni de venganza, ni de autoafirmación provocan al fluido
de esa voz. Sólo la vida: es decir, los sueños rotos (todos, hasta los
cumplidos), las lealtades traicionadas, las esperanzas quebradas.
(Rafael Chirbes. La buena letra.
Madrid,
Debate, 1992)
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